El mes de septiembre tiene muy mala fama. Para muchos supone empezar otra vez a trabajar, para los estudiantes la vuelta al colegio, para los más pequeños la adaptación a la guardería… Vamos, lo que se dice un rollo!
Pero también tiene cosas buenas, por lo menos en mi caso. Yo lo tengo plagadito de cumpleaños, el de mi hermana (que ya es una viejuna pero está estupenda), el de uno de mis hermanos (ahora convaleciente), el de mi primo… y, casualmente hoy, el de cierta rubia coruñesa que ya rebasa los… (ejem, ejem).
Además, tengo que confesaros ¡que estoy de vacaciones! No es por recochineo, no. Que este año no puedo irme a ningún sitio: mi hija se está adaptando a su nuevo “tole”. Y, si bien es cierto que en la Escuela Infantil tenemos el Todo Incluido, como comprenderéis prefería pasarme estos días en las Baleares, de cala en cala, torrándome como una lagarta y comiendo helados mañana, tarde y noche.
Pero, bueno, estoy en Galicia, donde siempre llueve a gusto de todos ;). Así que, aquí estoy, aprovechando un ratín sola para sentirme un poco más de vacaciones cocinando un poco y posteando otro tanto.
Para los que tenéis que currar o volver a estudiar, os dedico esta entrada nueva. Una receta que viene estupenda para combatir la depresión postvacacional, y preparar el cuerpo en su lucha contra los catarros y gripazos del cada vez más cercano otoño. Luego os cuento el porqué. ¡Vale, vale! ¡A los cumpleañeros también! Me lo comeré a vuestra salud.

INGREDIENTES:
-100 g de harina integral (o normal, como gustéis)
-1 cucharadita generosa de levadura química
-3 huevos hermosotes
-30 g de leche evaporada
-70 g de aceite de oliva virgen extra
-100 g de queso mozzarela rallad
-100 g de pimiento verde
Antes de nada tenéis que cocinar el pimiento verde. Primero lo laváis bien, lo secáis con un trapo limpio y lo troceáis (en trozos grandes). Para que el bizcocho no sea demasiado calórico yo los aso en el microondas en su propio jugo. Para eso, los envolvemos en papel film generosamente y los colocamos en los bordes del plato del micro. El tiempo de cocción depende de cada máquina, yo los puse unos ocho minuto a potencia máxima, aproximadamente. Mi consejo es ponerlos cuatro-cinco minutos, comprobar si están hechos (la piel empieza a soltarse y están blanditos al tacto) y si hace falta más tiempo programar de dos en dos minutos, para que no se pasen. Los paquetitos van a estar muy calientes, así que mucho cuidado al sacarlos. Dejarlos enfriar y retirar el papel film. Después les quitamos la piel, troceamos la carne en cuadraditos pequeñitos y la reservamos.

Tamizar la harina junto con la levadura y reservad. Ir encendiendo el horno a 180º con calor por arriba y por abajo.
Batir los huevos junto con el aceite y la leche evaporada. Cuando los líquidos estén bien ligados y no veáis gotas de aceite excesivamente grandes flotando libremente por ahí, añadid la mozzarela rallada y la carne del pimiento. Revolver bien con una cuchara o espátula hasta que queden bien repartidos. Añadid la harina y la levadura ya tamizadas y mezclar bien.
Volcar la mezcla en un molde tipo plum cake bien engrasado (yo utilizo el AOVE, o lo que es lo mismo, el aceite de oliva), introducidlo en el horno y cocer durante 35-40 minutos o hasta que introduzcáis un palillo y salga limpio.
El truco: No sé si lo sabéis, pero los pimientos son uno de los alimentos que más vitamina C contienen. Si los asáis en su propio jugo, además, conservarán prácticamente todos sus nutrientes.
Así que os encontraréis con un bizcocho hecho con un “súperingrediente” que os ayudará a llevar mejor la vuelta de las vacaciones. No os olvidéis que el pimiento es bajo en calorías, si estáis con alguna dieta o no queréis ganar ningún kilo extra sólo tenéis que sustituir el queso por uno bajo en grasa et voilà, bizcocho medicinal!
Bon profit, bo proveito, que aproveche!