O lo que es lo mismo: las diez cosas que siempre quisisteis saber sobre los bizcochos y que nunca os atrevisteis a preguntar.
Porque sé que estas dudas no os dejan descansar en paz. Venga a darle vueltas mañana, tarde y noche. Vuestra vida de pareja se merma peligrosamente. Vuestros hijos reclaman atención cuando os quedáis ensimismados mirando al horizonte buscando respuestas… Ya ni queréis salir de fiesta. No saludáis por la calle. El jefe os nota raros. Vuestros amigos han dejado de llamaros. Y todo esto porque esta búsqueda de la verdad es demasiado cansada, ardua y difícil.
Pero ha llegado la hora de despejar esta incógnita. Lo hago porque sí: soy así de generosa. Este es mi regalo para la humanidad, para vosotros, para ti. Leed con atención, que pocas veces veréis tanta sabiduría concentrada en tan pocas palabras. Leed y seréis, por fin, libres.

Lo que hay que hacer:
1. Tamizar siempre la harina junto con la levadura. Los bizcochos quedarán esponjosos y subirán con mayor facilidad al no haber grumos y estar la levadura convenientemente repartida.
2. Batir los huevos enérgicamente, por lo que aconsejo utilizar varillas eléctricas, que es menos cansado (salvo que tengáis el brazo estilo Nadal). Si tenéis la suerte de tener en casa la Thermomix, poned la mariposa y programar 3 minutos a 37 º. Para los bizcochos dulces los bato junto con el azúcar, con la mariposa, 6 minutos en frío (como dice una de mis gurús culinarias, Cristina Galiano).
3. Seleccionar la temperatura de cocción adecuada. Lo que es, de hecho, fundamental. Va a depender del horno que cada uno tenga en casa, pero para que os hagáis una idea: si tiene turbo (calor envolvente, por arriba y por abajo) en torno a 170-180º. Si no tiene turbo, tendréis que poner el calor por abajo o de solera y aumentar la temperatura en 10º, es decir 180-190. ¿Y a qué altura pongo el bizcocho?, os preguntaréis. Pues para eso también tengo respuesta: a media altura. Y en la bandeja fría o de rejilla.
4. Desmoldar el bizcocho siempre en caliente. Dejarlo enfriar un poco y cuando ya lo podáis coger sin quemaros, desmoldar.
Lo que no hay que hacer:
5. Nunca deberéis introducir el bizcocho en el horno si éste no está precalentado. Nunca. Si lo hacéis os arriesgáis a que no se cueza bien y por lo tanto a que no suba, quede crudo, apelmazado… Vamos, un fiasco en toda regla.
6. No abrir el horno antes de que hayan pasado 20 minutos desde que metimos el bizcocho. De hacerlo la temperatura del horno bajará, el bizcocho no se cocerá adecuadamente y quedará crudo.
La pista que os indicará que la cosa va bien:
7. El bizcocho sube en forma de montaña e incluso se abre por el centro.
Las pistas que os indicarán que la cosa no va bien:
8. Si sube por los lados y no por el centro. Eso pasará cuando el horno esté frío.
9. Si desborda por los lados, simulando una cascada. Lo que os indicará que os pasasteis con la levadura.
10. Si se dora enseguida y al sacarlo se hunde cual soufflé. Lo que fastidia un montón, por cierto. Eso pasa cuando el horno está demasiado caliente.
La fuente de mi sabiduría, además de mi propia experiencia, es Cristina Galiano. Os recomiendo que visitéis su post: Cómo hornear un bizcocho
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