Creo que ya os he contado en alguna ocasión que no duermo mucho. Eso se nota. Se nota bastante. Incluso la bizpireta lo padece. Y en este caso tengo que confesar que me despisté y publiqué el post de bizcocho al desnudo antes que el que escribo ahora, que es el que debería haber salido de la imprenta primero.
Me quedé toda tristona con mi error, hasta que pensé en George Lucas y en su Guerra de las Galaxias. Si Lucas filmó sus “precuelas” hace nada y las “cuelas” tienen tantos años como yo, pues no pasa nada por publicar un post «precuela» una semana después, ¿verdad? Por lo menos, yo he tardado bastante menos en darme cuenta de mi error. 😉
Por cierto, soy más de Star Trek.
Voy a lo mío, que son los bizcochos. Antes de poneros con los bizcochos debéis de tener en cuenta que necesitáis una serie de utensilios para poder hacerlos (lo sé, nunca os lo habríais imaginado). En este post os voy a hablar de los imprescindibles, para que no tengáis ningún problema en la elaboración de este manjar de los dioses.

Un buen bizcocho necesita de:
–Tamizador o colador. Como ya os comento en tamizar harina, es un paso muy importante, puesto que permite eliminar impurezas y que nos queden mucho más esponjosos.
–Pesa de cocina. Salvo que tengáis un ojo estupendo para calcular pesos os recomiendo tener una a mano. Otra opción es usar las cucharas que tenéis en casa (las hay medidoras, también, por si os interesa). Una cucharada grande equivale a 10 g/ml, la de postre es la mitad.
-Varios cuencos. Tanto para los ingredientes como para preparar la mezcla. Éste último tiene que tener una base ancha. Eso os evitará muchos problemas, sobre todo de limpieza. Aunque si os gusta el riesgo, probad a batir los huevos con la varilla eléctrica en uno con base estrecha, probad…

–Varilla manual o eléctrica. Desde luego si tenéis la tecnológica muchísimo mejor. Os cansáis y tardáis menos.
–Espátula de silicona o similar. Tanto para mezclar los ingredientes como para verter la masa en el molde. Yo uso la de silicona porque es más higiénica y permite rebañar mejor el cuenco.
–Molde de silicona o metálico. Los tenéis de muchas formas y tamaños. Yo uso de los dos materiales. Los que tengo de silicona son tipo plum cake o alargado y el que se llama bundt. Resultan muy cómodos para desmoldar. En muchos sitios leeréis que no hace falta engrasarlos, yo sí que lo hago. Probé a desmoldar sin ponerle aceite de oliva y el bizcocho se me rompió en varias ocasiones, con el AOVE nunca me ha pasado.
El que tengo metálico es para hacer tartas más altas. También es muy fácil de desmoldar y a este sí que sí hay que ponerle AOVE o mantequilla para que no se pegue el bizcocho.
Esto del molde va a gusto del usuario. Yo estoy muy contenta con todos los que tengo. En esto, como en casi todo, es cuestión de probar.
–Rejilla enfriadora. Si sois aficionados a las galletas seguro que ya sabéis de qué os hablo. Para lo que sois nuevos en todo esto, se trata de una rejilla en la que poner a enfriar el bizcocho (antes y después de desmoldarlo) o galletas o magdalenas… Se hace para que no sude por abajo, estropeando todo el trabajo previo. Si no tenéis y no queréis comprar (las hay desde 7-8 euros) podéis usar la del horno. Si queda totalmente apoyada, usad algo para elevarla un poco y que el bizcocho quede aireado por abajo.
Y con esto ya sólo os falta el bizcocho, así que no esperéis más y a bizcochar.